Tengo rabia de esas miradas sucias,
que se alzan con orgullo siendo escoria, siguen rastros
como pequeñas ratas, tras el agua pestilente
de una noria. Aún percibo el aroma de tú
carne, la emoción me produce escalofríos,
mientras hundo sin reparo los colmillos, voy bebiendo
cada gota de tú sangre.