El día moría rudo, brusco,
como brizna de polvo ahogada
en brillantes lamentos,
en gélidas aguas convocadas por el Maestro.
Rojo se tornaba el cielo,
nubes color magenta;
“hoy es día de tormenta”,
rugían lentas su tristeza.
La figura del camino
llegó a la casa con paso firme,
abrió la puerta dejando dos huellas;
sólo la sangre de su ofrenda.
Púrpuras volvieron sus mejillas
cortejadas por un cobarde atrevido,
por un brutal crimen -no sin castigo-
del osado que acarició despacio,
su cuerpo con un cuchillo.
Lágrimas resbalaban en su boca
mientras ella confesaba,
todavía en blanco la mirada:
“Recibió su merecido”.
Y allí, con su voz colgando de un hilo
sentenció quieta, en silencio,
el destino de su amor correspondido.
Autor
LUIS ULLáN
Publicado en 1001poemas.com el
2012-01-23